sábado, 3 de noviembre de 2007

EL HUMANISMO EN LA OBRA DE BLANCO

A través de su obra el Maestro Ramiro Blanco siente la necesidad de justificarse como testigo de un mundo que ha cambiado al hombre, el cual vive ante la amenaza de destrucciones generalizadas.
“Mi trabajo artístico es la reflexión de esa vida que nos ofrece un panorama de universal esclavitud, de esta época hostigada por la necesidad de escapar del cerco de lo utilitario”. En mi estética,(la otra piel, trenzada meticulosamente) propongo un irrenunciable viaje del hombre hacia la libertad de las dificultades internas, las que aúnan el dolor y sostienen en pie nuestra desesperación. A partir de lo utilitario se nos ha enseñado a estimar más lo vacío e incongruente y a despreciar lo que nos interesa fuertemente como individuos crecientes.
Bajo esta nueva perspectiva de su obra, el artista muestra como la adaptación del hombre toma los caracteres de una caída, de una inercia, o sumisión a esclavitud pero que más allá de ese derrumbamiento hay sentimentales victorias y gestos de ascensión.
Si en los momentos de infelicidad, cuando el mundo nos parece vacío y todo sin sugestiones nos preguntan que es lo que más ambicionamos creo yo que contestaríamos: salir de nosotros mismos, huir de este espectáculo del yo agarrotado y paralítico; y envidiamos los seres ingenuos, cuya conciencia nos parece verterse toda en aquello que están haciendo, en el goce de su fuego o su pasión. “La felicidad de estar fuera de si; del mallado que nos ata como un prometeo que pugna por moverse y no lo logra, nuestro yo convertido en puro anhelo en propósitos irrealizados, en tendencias paralíticas y conatos reprimidos”
"Mi tejido es una piel transfigurada, que lo cubre todo como forma de posesión y a la vez negación de si mismo, la cultura, lo aprendido, lo utilitario teje los actos del hombre. Y así se teje el mundo". La coraza del guerrero que quiere seguir viviendo.
"En mi trabajo percibo con extraña evidencia las líneas cruzadas y silenciosas que limitan a cada ser y lo encierra dentro de si mismo, sin ventanas hacia fuera, construyéndonos un mallado bien labrado, lo que impida transgredir lo poco que queda de libre e indómito, habitando una vida hacia adentro, al movimiento interior del espíritu, indócil y arisco, que no se deja moldear por las imposiciones del medio y ser fiel a su individual destino de hombre cóndor".
En su trabajo, el maestro, el maestro Blanco nos invita en sutil discurso a una danza en honor a la vida y todos sus instantes, a olvidar las tradiciones que tanto nos pesan y entristecen, hay que olvidar los nombres impuestos: místicos, teólogos, filósofos, que nos han entristecido la vida sometiéndola a una moral absurda, el tiempo de la escuela ha
pasado ya. ¡ahora hay que vivir!.
Delimiro Del Toro Ibáñez
Sincelejo, junio del 2002

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